Vistas de página en total

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Centro Pompidou, París

CENTRO POMPIDOU, PARÍS








El Centro Pompidou es el nombre más comunmente empleado (aunque también se lo conoce como Beaubourg o Centro Georges Pompidou) para designar el Centro de Arte y Cultura Contemporáneo Georges Pompidou en París, diseñado por los entonces jóvenes arquitectos Renzo Piano y Richard Rogers. El edificio alberga el Musée National d'Art Moderne, el IRCAM, un centro de investigación musical y acústico y una biblioteca abierta al público. Concluída en 1977, el Centro Pompidou fue inaugurado el 31 de enero de ese mismo año. Posee una de las colecciones de arte moderno y contemporáneo más completas del mundo junto con la Tate Modern de Londres y el Museum of Modern Art (MoMa) de Nueva York.

Como en el caso de la Tour Eiffel, el Centro Pompidou, Museo de Arte Contemporáneo de París ha sido polémico, ya antes de su construcción. De igual manera, y según van pasando los años, la polémica  se va transformando en respeto y admiración, hasta convertirse, como la famosa torre metálica en un elemento de prestigio y de reconocimiento de París y de Francia.

Desde la llegada de la V República, los Presidentes han intentado dejar una huella cultural, un legado arquiectónico para la posteridad. Así Georges Pompidou, amante del arte contemporáneo, promoverá la construcción de un museo de arte contemporáneo en pleno centro  París. Ello conllevará la destrucción del antiguo mercado de Les Halles, cuyos pabellones metálicos habían sido construidos entre 1852 y 1936, según el proyecto de Victor Baltard.

Georges Pompidou fue el primer presidente que se tomó muy en serio el arte y la arquitectura, integrándolos en su programa electoral. Coleccionista reputado del arte moderno, quiso dejar un legado indeleble en el urbanismo de París. En 1970 tiene lugar un concurso internacional para escoger un proyecto para el barrio Beaubourg. Finalmente el proyecto elegido será el de los arquitectos Renzo Piano y Richard Rogers. Las obras comenzaron en 1972 y finalizaron en 1977.




La modernidad del edificio se debe a que los arquitectos "vaciaron" el interior de todos los elementos que dan servicio a una construcción: los ascensores y escaleras son exteriores, por lo que están adosados al muro que da a la plaza principal de la entrada del Centro Pompidou. Lo mismo ha sucedido con los tubos de alineación, de agua, y los que contienen los cables telefónicos y eléctricos.

El edificio está recubierto por una osamenta metálica que al situarse fuera de la construcción permite que los espacios interiores sean amplios y poco perturbados por pilares y columnas. De esa manera se logra un efecto inverso a la impresión exterior. Por dentro todo es liso, plano diáfano y luminoso, ideal para un museo de arte contemporáneo. Las vistas son magníficas desde el ascensor, que en realidad es una escalera mecánica, ya que la plaza libera un espacio que nos permite tener una vista mucho más despejada. Además, como la altura del Centro Pompidou es mayor que el de los demás edificios de París, este Museo es una buena atalaya para observar los tejados de la ciudad.

A un costado del Centro Pompidou y ubicada hacia el sur, se encuentra la Plaza Stravinsky, la cual alberga la gran Fuente de Stravinsky que fue inaugurada en marzo de 1983. La fuente mide 16,5 metros de ancho por 36 metros de largo y tiene 16 esculturas  en sus aguas, las cuales se mueven, giran y sacan agua. Las esculturas negras fueron realizadas por Tinguely, las de poliéster son se Nicki de Saint-Palle, y las restantes son de colaboración mutua.





En el Centro Pompidou también hay cines y espectáculos, usualmente estos tienen un pequeño coste adicional y se cobran aparte de la entrada del Museo. Siempre hay películas y espectáculos interesantes en exhibición, por lo que conviene consultar las carteleras  para mayor información.

El Centro Pompidou, además de albergar el Museo Nacional del Arte Moderno, también es sede de la Biblioteca Pública de Información.  Esta biblioteca tiene espacio para 2200 personas y cuenta con un acervo de muy grandes dimensiones con todo tipo de títulos. También cuenta con un espacio de prensa y medios de comunicación de todo el mundo.

La colección del Centro Pompidou (o Museo Nacional de Arte Contemporáneo) cuenta con más de 53.000 obras, lo que la hace una de las más importantes del mundo. No solo se trata de pinturas, también hay numerosas piezas de diseño mobiliario, fotografía, cine y arte procedente de culturas antiguas de África, Asia, Oceanía y América. La colección de estatuillas y objetos de todo el mundo es muy completa.

En el cuarto piso del Museo se encuentra el arte contemporáneo desde 1960  en  adelante, mientras que en el quinto nos encontramos con el arte contemporáneo de la primera mitad del siglo XX (1905 a 1960). Es aquí, en la quinta planta, donde podemos encontrarnos con los artistas más importantes e influyentes del siglo pasado (Picasso, Giacometti, Pollock, Dalí, Duchamps, etc). También existen salas temáticas dedicadas al fauvismo, a la pintura monocromática, el dideño, los mundos virtuales, etc.

Finalmente también existe un Centro Pompidou en la ciudad francesa de Metz. Se trata de una sucursal del Centro Pompidou de París. El Museo de Arte Contemporáneo de Metz no tendrá colecciones propias, ya que mostrará gran parte de las colecciones del Centro Pompidou de París.




jueves, 24 de noviembre de 2011

Vincent van Gogh

VINCENT VAN GOGH






El resón y las ganas de trabajar (más de 800 cuadros en nueve años como pintor) definen claramente la biografía de este admirable pintor neo-impresionista. Vincen Villem van Gogh nace en Groot Zunder (Holanda), el 30 de marzo de 1853 en el seno de una familia de clase media. Su padre era pastor protestante  y su madre pertenecía a una importante familia de encuadernadores, mientras que sus tíos se dedicaban al comercio de obras de arte, fundando la sucursal holandesa de la prestigiosa firma Goupil & Cia. No existen muchos datos sobre su infancia, iniciando sus estudios en 1861y destacando especialmente en el aprendizaje de idiomas.


A los 16 años comienza a trabajar en la galería Goupil fundada por su tío en La Haya, donde se vendían, preferentemente, obras de pintores holandeses contemporáneos, como la Escuela de la Haya que buscará sus raíces en el paisaje realista del Barrocco con Jacob van Ruysdael como principal protagonista, y de la escuela francesa de Barbizon, precursora del impresionismo. Durante los cuatro años que Vincent estuvo en La Haya se empapó de estas escenas que tenían bastante salida comercial. 


Es en estos momentos cuando se inicia su profunda admiración por Millet, a quien considera el padre de la nueva pintura francesa. En 1873 Vincent se traslada a Londres para trabajar en la sucursal de Goupil de la capital británica. Su primer año allí será de entera felicidad, apreciando la pintura de Constable y Turner y afirmando su admiración por la pintura holandesa contemporánea. Parece ser que su primera crisis psíquica fue motivo por el rechazo de la hija de su patrón, Ursula Layer, de quien se había enamorado profundamente. El deterioro físico y psíquico de Vincent es tal que se lo trasladó a la oficina de París por un período de tres meses, convirtiéndose en una persona bastante extraña.






En enero de 1876 decide abandonar París (donde frecuentó asiduamente el Louvre) para regresar a Inglaterra, donde trabaja como profesor en una escuela de Ramsgate, donde su sueldo era el alojamiento y la comida. En 1877 inicia un nuevo trabajo en la librería de Dordrecht, gracias a la recomendación  de su tío. Vive solo y no le interesa el trabajo, por lo que decide matricularse en la Facultad de Teología de Amsterdam en dos ocasiones, fracasando en ambas. Finalmente, y gracias a la intervención de su padre, Vincent trabajará con comunidades mineras, renunciando a sus escasas pertenencias, y viviendo como ellos.


Es en  esta época en que se inicia la dependencia económica de su hermano Theo, dependencia que se extenderá por toda la vida de Vincent. Finalmente decide abandonar a los mineros belgas, trasladándose a Bruselas. Allí inicia estudios de perspectiva y anatomía, acompañados de lecturas complementarias. En abril de 1881 regresa a la casa paterna de Etten donde permanecerá ocho meses. Durante esta breve etapa en La Haya se sitúa bajo la dirección artística de su tío, Anton Mauve, etapa en la cual el joven realiza su primer óleo titulado Muchacha bajo los árboles, en tonos oscuros, e influenciado por la Escuela de la Haya. 


Muerto su padre, en abril de 1885, Vincent se siente más libre y en otoño se traslada a Amberes donde contempla los espectaculares retablos de la catedral ejecutados por Rubens, iniciando un aclarado en su paleta. La pintura de Delacroix también le llamará la atención. En marzo de 1886 decide trasladarse sorpresivamente a París, permaneciendo allí por dos años. Se matricula en la escuela de Ferdinand Cormon para pintar modelos vivos y conocerá a Toulouse-Lautrec, quien lo pondrá en contacto con los pintores impresionistas. 





Durante este tiempo sus pinturas  giran alrededor de bodegones de flores, así como paisajes. También se intresará por el puntillismo y conocerá a Degas, interesándose especialmente por la figura humana, aunque su verdadero interés estará centrado en los jóvenes Paul Signac y Émile Bernard, para quienes el impresionismo ya pasó a la historia. Ambos artistas influirán enormemente en la obra futura de Vincent van Gogh, quien empieza a pensar en crear una comunidad de artistas. Las estampas japonesas supondrán también una importante influencia para el joven pintor.

El contacto de Vincent van Gogh con Paul Gaugin se inicia durante el otoño de 1886, iniciándose un respeto mutuo, al mismo tiempo que creía la admiración de van Gogh por Gaugin, haciéndose cada vez más fuerte la idea de crear una sociedad de artistas en la que se compartieran gastos e ideas, ofreciéndose apoyo mutuo. En febrero de 1888 se traslada a Arles, en donde creará muchísimos lienzos. En Arles vivirá en la famosa casa amarilla, e invita a Gaugin a pasar un tiempo allí.Éste, al llegar encuentra las paredes de la casa llenos de cuadros de girasoles. Gaugin decide incitar a Vincent a crear de memoria, de estos tiempos es El Sembrador, en las que la naturaleza resulta ligeramente fantaseada. Lamentablemente la  convivencia entre ambos artistas no es fluida y las discusiones, cada vez más violentas, están a la orden del día, llegando finalmente aquel fatídico día (23 de diciembre de 1888). Después de haber bebido mucho vuelven a discutir, y Vincent amenaza a Gaugin con una navaja de afeitar, por lo que Gaugin decide marcharse a un hotel y Vincent, arrepentido por el desenlace de la disputa se corta el lóbulo de la oreja derecha.

En 1890 Vincent es nuevamente hospitalizado y queda al cuidado del doctor Rey, ya que padece de insonmio y alusianciones al imaginarse de que lo quieren envenenar. En marzo de aquel año la policía cierra la Casa Amarilla. Tras abandonar el hospital se instala en dos pequeñas habitaciones pertenecientes al doctor Rey. Las recaídas son cada vez más frecuentes y el propio Vincent desea entrar en un sanatorio, marchándose finalmente al sanatorio mental de Saint-Paul-de-Mausole, cerca de Saint Remy, a 27 kilómetros de Arles. 








Se desconoce con exactitud a que se debían las crisis y ataques, surgiendo, naturalmente, varias hipótesis. La más certera sería una inestabilidad psíquica del carácter congénito, acentuado por el abuso del alcohol. Lo que no es del todo cierto es que las crisis que sufre Vincent van Gogh influyen en su pintura, ya que solo duerme cuando tiene un ataque, teniendo miedo a esas crisis, ya que le es imposible crear durante esas fases. Nos encontramos ante la visión de una persona muy sensible que sabe aplicar el color como nadie en su momento. Este encierro en Saint-Remy le obliga a pintar lo que hay alrededor del hospital (habitaciones, naturaleza, los internos). 


En esta época (y después de haber recibido la noticia de que pronto será tío),  desea trasladarse al norte de Francia, para estar más cerca de sus amigos, copiando obras de Millet y Delacroix. Tras una conversación con Pissarro, Theo considera conveniente que Vincent se instale en Auvers-sur-Oise, al cuidado del doctor Gachet, famoso homeópata relacionado con los pintores impresionistas. A finales de diciembre de 1889 sufre un nuevo ataque mientras pintaba, lo que tuvo como consecuencia directa que le prohibieran pintar.


La noticia del nacimiento de su sobrino lo llena de alegría, el pintor que se entera de la primera compra de un cuadro suyo (el Viñedo rojo), parte a París en mayo, aunque le parece demasiado ruidosa e intranquila, por lo que termina partiendo para Auvers, donde vivirá en un Café. Durante los dos meses que vivió en Auvers (al cuidado del doctor Gachet), pintó unos 80 cuadros, demostrando estar en pleno éxtasis creador. 


El 6 de julio de 1890 Vincent llega a parís para visitar a su hermano, quien está muy preocupado por su situación laboral, el problema de la vivienda y la salud del pequeño Vincent. Naturalmente se siente agobiado al saber que es una carga pesada para su hermano, y temiendo un nuevo ataque, el 27 de julio sale al campo y se dispara con un revólver. Aunque los médicos llegan a vendarle la herida no le extraen la bala. Enterado de la noticia Theo parte para Auvers y pasa el día con su hermano. Después de dos días  de agonía, finalmente, el 29 de julio fallece este gran genio de la pintura. Curiosamente su hermano Theo fallece seis meses más tarde que Vincent, ambos están enterrados, desde 1914 en el Cementerio de Auvers-sur-Oise.









lunes, 21 de noviembre de 2011

Claude Monet y la serie sobre la Catedral de Rouan

CLAUDE MONET Y LA SERIE SOBRE LA CATEDRAL DE ROUAN








El clímax del impresionismo. Así se ha descrito la serie de las visitas de la Catedral de Rouan llevada a cabo por Claude Monet entre 1892 y 1894. La serie consistente en 31 lienzos que muestran la fachada de la catedral gótica de Rouan bajo distintas condiciones de luz y de clima provocó una admiración inmediata entre la crítica de su tiempo, y fue alabada por muchos maestros posteriores, desde Wassily Kandinsky hasta Roy Lichtenstein.

La representación de un mismo motivo pictórico en distintos momentos para observar los cambios realizados por la luz natual no era nueva para Monet, que ya en 1890 y 1891  había llevado a cabo una serie de 15 lienzos representando unos almiares a las afueras de Giverny. Estos almiares se representan en pleno sol, al amanecer o en el ocaso, a finales de verano o en pleno invierno, o bien en el deshielo. Las pinturas se deben ver más como un interés por la naturaleza dinámica que por una teoría pictórico-científica. La serie tuvo un gran éxito comercial y de crítica. Wassily Kandinsky tuvo la oportunidad de ver uno de dichos cuadros en una exposición en Moscú en 1895 y quedó impresionado hasta el punto de sugerirlo como primera obra abstracta de la pintura.


Con las Catedrales Monet va aun más allá: no se trata, como sucedió en los alimares de representar, de un modo tangible los montones de paja bajo distintas condiciones lumínicas y climáticas. En los lienzos de la Catedral de Rouan el auténtico objetivo no es el modelo arquitectónico al que Monet representa desde un punto de vista cercano al exceso, de modo que la arquitectura, debido a la casi ausencia de la perspectiva, pierde su grandiosidad y queda incluso seccionada en torres y pináculos: el edificio no es más que una excusa para mostrar el auténtico protagonista de la composición: la capacidad de la pintura de representar la cualidad dinámica de la luz y el ambiente que es capaz de dar vida a algo tan pétreo como la imponente fachada de la catedral gótica.


Incapaz de representar en un lienzo completo un cada vez más fugaz instante, Monet trabajaba, en instantes simultáneamente en varios lienzos, dedicándose a uno en concreto, cada vez que las condiciones de luz y de ambiente se parecían a las del cuadro en cuestión. Tal tarea debía resultar desesperante, y el propio pintor está a punto de abandonar su empresa. Monet llega a concluir varios de los lienzos en su taller, fiándose en su potentosa memoria visual. En 1894 la misión estaba concluida y Monet ya poseía tres descenas de capturas pictóricas de la Catedral.









Entre los 31 lienzos hay más diferencias a las debidas a las distintas condiciones de luz y ambiente. Monet eligió cinco puntos de vista diferentes (dos desde la plaza y tres desde diferentes habitaciones frente al edificio), representando el portal de la Catedral (frontalmente o desplazado hacia la derecha), o el portal y la torre d'Albane (a la izquierda del portal), pero siempre conservando un punto de vista inusualmente cercano. La elección de la paleta refleja los diferentes tonos con los que la luz del día iba tiñiendo dicha fachada: de unos suaves azules para los lienzos creados por la mañana, se pasa a unos ricos tonos ocres y dorados por los cuadros a plein sol, y castaños y grises para los días nublados.

Al contrario que con otras audaces empresas impresionistas, las Catedrales de Monet gozaron de una aceptación inmediata entre la crítica y el público: Monet hace que incluso las piedras cobren vida, declara el escritor George Clemenceau. En mayo de 1895 Monet seleccionó 20 lienzos para formar una exposición organizada por su amigo, el galerista Durand-Ruel. Pese al elevado precio de cada una de las vistas (entre 12.000 y 15.000 francos), el éxito fue rotundo. 

Las mejores reflexiones acerca de las series de la Catedral de Rouan, las podemos encontrar en una carta del propio Monet a su amigo Clemenceau en la que revelaba que: yo siempre he observado únicamente lo que el mundo me mostraba, para dar testimonio de ello en mi pintura. A su vez, el propio Clemenceau, en un ensayo  sobre el tema, titulado Pan, de 1896, reflexionaba, refiriéndose a la serie de las Catedrales: Frente a las veinte vistas del edificio por Monet, uno se percata que el arte, en su empeño por expresar la naturaleza con exactitud creciente, nos enseña a mirar, a percibir, a sentir. La piedra misma se transforma en una sustancia orgánica, y uno puede sentir como cambia de la misma manera que un momento de la vida sucede a otro. Los veinte capítulos de muestra de  luz en evolución han sido habilmente seleccionados para crear una pauta ordenada de esta evolución. El gran templo es en sí mismo un testamento de la unificadora luz del sol, y lanza su masa contra el brillo del cielo.

Si bien es con la serie de los Álamos al borde del Epte con las que Monet muestra su mayor cuota de lirismo y en la de Nenúfares alcanza logros que van más allá del puro impresionismo, esbozando la abstracción, la serie de La Catedral de Rouan es el punto álgido del impresionismo. Más de un siglo después, y repartidos entre varios museos y colecciones privadas, las vistas de La Catedral de Rouan de Claude Monrt son, además de objetos codiciados por cualquier Museo o coleccionista, el mejor testimonio pictórico de la audacia del impresionismo.



sábado, 19 de noviembre de 2011

Joseph Mallord William Turner

JOSEPH MALLORD WILLIAM TURNER






Joseph Mallord William Turner (Londres, 23 de abril de 1775 - Londres, 19 de diciembre de 1851) fue un pintor inglés especializado en paisajes. Figura controvertida en su tiempo, hoy es visto como el artista que elevó el arte del paisaje a la altura de la pintura en la historia. Aunque es recordado por sus pinturas al óleo, Turner también es uno de los grandes maestros de la pintura paisajística británica en acuarela. Es considerado comunmente como el pintor de la luz, y su trabajo es considerado como un prefacio romántico al impresionismo.

Turner entró en la Royal Academy of Art con tan solo 14 años de edad. Fue aceptado a los 15, pues a diferencia de sus contemporáneos estaba interesado en formar parte de ésta. Al principio mostró un entusiasta interés por la arquitectura, pero su actividad pictórica fue estimulada por el arquitecto Thomar Hardwick (junior). En 1790, tras solo un año de estudio, una acuarela suya fue aceptada para la exposición veraniega de la Real Academia de aquel año. Su primer óleo, Fishermen at Sea fue exhibido en 1796. Durante el resto de su vida expuso regularmente en la Academia.

En su juventud aprendió las técnicas de la acuarela en compañía del pintor Thomas Girtin, con quien coloreó varias láminas para ilustrar libros de viaje. Es comunmente conocido como el pintor de la luz, renombrado no solo por sus óleos, sino también como acuarelista, pues se lo considera uno de los fundadores de la pintura paisajística inglesa de acuarela. 

Uno de sus cuadros más famosos es El Temerario remolcado al dique seco, pintado en 1839, depositado en el National Gallery de Londres. Turner viajó por Europa, iniciando su travesía en Francia y Suiza en 1802, estudiando en el Louvre de París, y también pasó por Venecia. Conforme envejecía, Tuener se volvió más excéntrico. Murió en su casa, en Londres, el 19 de diciembre de 1851.




El talento de Turner fue reconocido muy pronto, convirtiéndolo en un académico a los 23 años. Tal independencia económica le permitió innovar de manera sorprendente para muchos. De acuerdo con la Historia ilustrada del Arte de David Piper, sus últimas pinturas fueron denominadas fantastic puzzels (rompecabezas sorprendentes). 

Turner es un pintor romántico interesado en la filosofía sublime, retrata el asombroso poder de la naturaleza sobre el ser humano. Fuegos, catástrofes, hundimientos, fenómenos naturalesson descritos por el pintor. En sus lienzos constata que la humanidad no es más que un conjunto de peones de la naturaleza. Como otros románticos, considera el paisaje natural como el reflejo de su humor. Turner mostró el poder violento del mar en Dawn after de Wreck (1840) o Barco de Esclavos (1840).

Sus primeros trabajos como Tintern Abbey (1795) o Venecia S. Giorgio Maggiore (1819) conservan las tradicionales del paisajismo inglés. Sin embargo, en Anibal atravesando los Alpes (1812) su énfasis en el poder destructor de la naturaleza ya comienza a surgir. Su peculiar estilo de pintura, el cual se caracterizaba por el uso de técnicas exclusivas de la acuarela en la ejecución de sus obras pictóricas al óleo, generaban luminosidad, fluidez y efectos atmosféricos efímeros. En los últimos años empleó cada vez menos óleos y se centró en la luz pura, en los colores de reflejo. Ejemplos de este estilo tardío son visibles en Lluvia, vapor y velocidad, pintado en 1844, donde los objetos son vagamente reconocibles.

Turner, junto a John Constable fue un estandarte en la pintura inglesa en sus últimos años, su popularidad se extendió hasta Francia. Los pintores impresionistas estudiaron cuidadosamente sus técnicas para dilucidar el poder de sus lienzos. En la era del arte moderno, hasta el arte abstracto se ha visto influenciado por él. 







viernes, 18 de noviembre de 2011

Museo del Prado, Madrid

MUSEO DEL PRADO, MADRID








El Museo Nacional del Prado, en Madrid, España, es uno de los más importantes del mundo, así como uno de los más visitados. Rico en cuadros de los maestros europeos de los siglos XVI a XIX, su principal atractivo radica en la amplia presencia de Vélazquez, El Greco, Goya (el artista más extensamente representado en la colección), Tiziano, Rubens y Del Bosco, de los que posee las mejores y más extensas colecciones a nivel mundial, a lo que hay que sumar destacados conjuntos de autores tan importantes como Murillo, Ribera, Zurbarán, Rafaél, Veronese, Tintoretto, o Van Dyck. Con la reciente ampliación del Museo se previó que la selección expuesta creciera en un 50%. 


Al igual que otros grandes museos europeos, como el Louvre de París, el Prafo debe su origen a la afición coleccionista de las dinastías gobernantes a lo largo de varios siglos, reflejando los gustos personales de varios reyes españoles y su red de alianzas y sus enemistades políticas, por lo que se trata de una colección asimétrica, insuperable en algunos artistas y estilos. Solo desde el siglo XX se procura, con resultados desiguales, solventar las ausencias más notorias.


Las escuelas pictóricas de España, Flandes e Italia (sobre todo Venecia) ostentan el protagonismo en el Prado, seguido por el fondo francés más limitado, si bien incluye buenos ejemplos de Claudio de Lorena y Nicolas Poussin. Junto con un repertorio británico reducido, hay que mencionar la pintura holandesa, con obras de Rembrandt.


El edificio que hoy sirve de sede al Museo Nacional del Prado fue diseñado por el arquitecto Juan de Villanueva, en 1785, como Gabinete de Ciencias Naturales, por orden de Carlos  III. No obstante, el destino final de esta construcción no estaría claro hasta que su nieto Fernando VII, impulsado por su esposa, María Isabel de Braganza, tomó la decisión de destinar este edificio a la creación de un Real Museo de Pinturas y Esculturas. El Real Museo, que pasaría pronto a denominarse Real Museo de Pintura y Escultura y posteriormente Museo Nacional del Prado, abrió sus puertas por primera vez al público en 1819. El primer catálogo constaba de 331 pinturas, aunque para entonces en el museo ya se guardaban 1510 obras procedentes de los Reales Sitios. Las valiosísimas Colecciones Reales, germen de la colección del actual Museo del Prado comenzaron a tomar forma en el siglo XVI bajo los auspicios de Carlos V y fueron enriquecidos por todos los monarcas que le sucedieron. A ellos se deben los tesoros más emblemáticos que se pueden admirar en el Prado, tales como El Jardín de las Delicias (El Bosco), El Caballero de la mano en el pecho (El Greco), El tránsito de la Virgen (Mantenga), La Sagrada Familia, o La Perla (Rafael), Carlos V en Mühlberg (Tiziano), El Lavatorio (Tintoretto), Autorretrato (Durero), Las Meninas (Vélazquez), Las tres Gracias (Rubens) o La Familia de Carlos V (Goya).








Del Museo de la Trinidad llegaron importantes pinturas como La Fuente de la Gracia de la escuela de Jan van Eyck y los cinco lienzos procedentes del Colegio Santa María de Aragón de El Greco. Del Museo de Arte Moderno proceden gran parte de los fondos del siglo XIX, obras de los Madrazo, Vicente Lopez, Carlos de Haes, Rosales y Sorolla. 


Desde la fundación del Museo han ingresado más de dos mil trescientas pinturas y una gran cantidad de esculturas, estampas, dibujos y piezas de artes decorativas por nuevas adquisiciones, en su mayoría donaciones, legados y compras. Las Pinturas Negras de Goya llegaron al Museo gracias a la donación del Barón Émile d'Erlangen en el siglo XIX. Compras muy interesantes en los últimos años han sido Fábula y Huída a Egipto de El Greco, La Condesa de Chinchón de Goya, y El Barbero del Papa de Velázquez.


Tanto la colección como el número de visitantes del Museo del Prado se han incrementado enormemente a lo largo de los siglos XIX y XX, por lo que el Museo ha tenido que realizar suscesivas ampliaciones en su sede histórica, hasta agotar totalmente las posibilidades de intervención sobre este edificio. Por tal motivo el Museo del Prado se ha visto obligado a buscar el camino en su última y más reciente ampliación, mediante una solución arquitectónica situada junto a la fachada posterior de su sede tradicional y conectada con ésta desde el interior.


Paralelamente a la ejecución de su último y más ambicioso proyecto de ampliación (2001-2007) el Museo del Prado ha iniciado una etapa de modernización cuyo definitivo impulso tuvo lugar en 2004, al aprobarse un cambio de régimen jurídico y estatuario basado en la necesidad de flexibilizar la gestión del Museo, agilizar su funcionamiento e incrementar su capacidad de autofinanciación.








El Museo Nacional del Prado lleva a cabo una interesante política de exposiciones temporales que revisa, conmemora y da a conocer los aspectos de la Historia del Arte que más estrechamente se relacionan con sus fondos o bien, que los complementan. El Museo ha repasado a través de exposiciones los grandes núcleos de interés de sus colecciones, desde la pintura medieval hasta el siglo XIX, pasando por muestras dedicadas a algunos de los pintores más significativos  como El Greco, Murillo, Zurbarán, Ribera, Durero, Tiziano, Tintoretto, Velázquez o Goya, aunque también las ha habido de artistas que no tienen representación o que están escasamente representados a pesar de tratarse de grandes pintores como Vermeer, Rembrandt o Turner.


Desde abril del 2007, y en conexión con la apertura de la ampliación de la Pinacoteca, dio comienzo una nueva política de exposiciones que asume la exhibición de obras de artistas conemporáneos. Hasta esta fecha se han realizado una exposición de fotografías de Museos de Thomas Struth, que se convirtió en el primer artista vivo que expone en el Museo del Prado desde el siglo XIX. Este nuevo rumbo del Museo ha suscitado importantes críticas por reconocidos expertos en el campo de la museología y de la historia del arte. 


Además hay conciertos, representaciones teatrales, así como también proyecciones de largometraje y documentales como complemento de las exposiciones, y también existen ciclos de conferencias, en muchos casos conectados también con las muestras temporales. Asimismo desarrolla una amplia labor difusora de conocimiento de sus colecciones a través de ambiciosos programas educativos destinados a centros docentes dentro y fuera de la Comunidad de Madrid










Ningún Museo o colección del mundo supera al Prado en cuanto a la representación de los siguientes artistas:



  • El Greco (36 pinturas y 2 esculturas)
  • Velázquez (48 pinturas de las 120 catalogadas, entre ellas casi todas sus obras capitales)
  • Goya (133 pinturas, incluye casi todos sus cartones para tapices). Es el artista del que se posee el mayor número de obras
  • Eduardo Rosales (casi 200 obras, entre pinturas y dibujos)
  • Tiziano (40 pinturas)
  • El Bosco (6 obras seguras y varias más atribuidas)
  • Patinir (varias de sus obras maestras, de su cortísima producción)
  • Rubens (casi 100 obras, algunas pintadas a dúo con otros artistas)
  • Ribera


En el museo se encuentra La Gloria de Tiziano, realizada para Carlos V que el soberano llevó a su retiro en el Monasterio de Yuste. Junto a ella llevó otras obras del veneciano que hoy se encuentran en el Prado: El Retrato de la Emperatriz, el Ecco Homo, La Dolorosa con la manos abiertas.


Se guarda también el Retrato ecuestre de la Reina Margarita de Velázquez y su taller, mostrando el joyal rico, formado por dos de las joyas más famosas del Joyero de la Corona de España: la perla Peregrina (perteneció en los últimos tiempos a Elizabeth Taylor), y el diamante El Estanque, tallado posiblemente por Jacopo Nizzoloda Trezzo.


La famosa Dama de Elche es, en realidad, propiedad del Museo del Prado, aunque se encuentra  en el Museo Arqueológico Nacional en condiciones de depósito. Se obtuvo en 1941, mediante un intercambio de obras con el Gobierno de Vichy, un acuerdo bastante desequilibrado (aunque a favor de España), que incluyó también la Inmaculada Concepción de los Venerables, o Inmaculada de Soult (nombre del mariscal francés que la robó) de Murillo que era, conjuntamente con la Dama de Elche propiedad del Museo del Louvre, y varias piezas del Tesoro de Guarrazar, que pertenecía al Museo de la Edad Media de París (o Museo de Cluny), además de los restos de las esculturas ibéricas de Osuna. A cambio se entregó a Francia un retrato de Mariana de Austria de Velázquez, del que el Prado poesía otra versión.












viernes, 11 de noviembre de 2011

Claude Monet

CLAUDE MONET








Claude Oscar Monet es, en muchos sentidos, el pintor impresionista por antonomacia. La espontaneidad y la vivacidad de su técnica pictórica y su entrega a la observación minuciosa de la naturaleza constituye la esencia de casi todos los estudios acerca de su arte. Con todo, su amplio abanico de temas pictóricos, la complejidad de los recursos empleados para plasmarlos y su respuesta a las diversas transformaciones artísticas y socio-históricas que presenció a lo largo de existencia son aspectos fundamentales para poder entender su singular contribución a la historia del arte.

Monet nació en 1840 en París, donde su padre poseía un almacén al por mayor, pero la familia se trasladó a Le Havre, cuando apenas contaba con cinco años de edad. La región de Normandía ejerció en él una influencia vital que se prolongó a lo largo de toda su existencia. Obtuvo sus primeros éxitos como caricaturista. A mediados de la década de 1850 empezó a pintar motivos al aire libre bajo el impulso del pintor de paisajes Eugène Boudin (1824 - 1898).

En sentido estricto la carrera artística de Monet comenzó a raiz de su primer viaje a París en 1859. A su llegada a la capital trabó amistad con varios artistas vinculados al movimiento realista, en concreto con el pintor de la Escuela de Barbizon Constant Troyon (1810 - 1865) y con el joven Camille Pissarro (1830 - 1903). Recibió su primera formación plástica será el pintor académico Charles Gleyle (1808 - 1878), en cuyo estudio permaneció dos años como pupilo. Fue allí donde entabló amistad con  varios artistas que influyeron en su formación: Pierre-Auguste renoir (1841 - 1919), Frédéric Bazille (1841 - 1870) y Alfred Sisley (1839 - 1899). 

Inspirándose en parte en los polémicos lienzos  que pintó Édouard Manet (1832 - 1883) en las postrimerías de la década de 1860, Monet empezó a acometer temas basados en la vida moderna parisina. La capital experimentaba, por entonces, un extraordinario proceso de transformación  bajo los auspicios del barón Haussmann, el prefecto del emperador Napoleón III. Sus reformas uranísticas sstituyeron el laberinto de calles medievales tan querido por la anterior generación de poetas y artistas románticos, por amplios bulevares, flanqueados de inmensos edificios con pisos caros y galerías comerciales. Estos cambios comportaron la reubicación de los obreros de París, que habían vivido hasta entonces en pequeñas buhardillas de los viejos edificios, situados por encima de los pisos más lujosos en los que vivían los parisinos de mayores recursos. Al igual que muchos otros artistas del círculo impresionista, Monet se sintió fascinado por los nuevos fenómenos de la cultura de los bulevares y de los distritos suburbanos, donde surgieron numerosos centros de recreo al lado de las fábricas situadas a orillas del Sena.

La técnica y el estilo de Monet reflejan una maravillosa asimilación de los logros de sus maestros y de sus coetáneos, y evidencian, al mismo tiempo, una visión personal única y en transformación constante. El joven Monet creó una síntesis peculiar entre la controvertida temática pictórica derivada de la vida moderna y las técnicas pictóricas de la pintura al aire libre preconizadas por Boudin y Jongkind. El enfoque más recio y la paleta tradicional de sus primeras obras son fruto de la influencia de pintores realistas como Gustave Coubert (1819 - 1877) o los integrantes de la Escuela de Barbizon. En las décadas siguientes, Monet se alejó del modelo tradicional conocido como claroscuro,  basado en los contrastes de blanco y negro para crear los efectos de profundidad y volumen mediante las relaciones cromáticas exclusivamente. 











En 1866, el artista comenzó a pintar la réplica del Almuerzo campestre, el escandaloso cuadro de Manet que había sido rechazado por el Salón en 1863 bajo la acusación de indecencia. Se trataba de una obra monumental sobre un almuerzo al aire libre compartido por elegantes parisinos con varias parisinas. Lamentablemente, esta réplica nunca llegó a concluirse, de tal manera que solo se conserva un boceto y varios fragmentos. 


En 1870, al estallar la guerra franco-prusiana los monet  decidieron huir a Londres. La capital británica sirvió de refugio a muchos otros personajes del mundo del arte, entre los que se destaca el influyente marchante Paul Durand-Ruel, quien no tardó en convertirse en un importante mecenas para Monet y el círculo impresionista. Durante los nueve meses que la familia pasó en Londres, el artista pintó numerosas panorámicas de los parques de la ciudad y del río Támesis. Después de viajar durante el verano por Holanda, donde el pintor encontró inspiración en la localidad de Zaandam, cerca de Amsterdam, los Monet regresaron a Francia y se establecieron en Argenteeuil, situado en el oeste de París, donde permanecieron hasta 1878.


Durand-Ruel fue un comprador entusiasta de sus cuadros, pero en 1873 sufrió pérdidas económicas. Entonces Monet y sus amigos, obligados a buscar nuevos clientes, se embarcaron en la planificación de una exposición independiente para dar a conocer su trabajo. Empezaron por constituir la Sociedad anónima de Pintores, Escultores y Grabadores, que llevó a cabo su primera exposición en abril de 1874 en el estudio del prestigioso fotógrafo Nadar, situado en el bulevar de los Capuchinos.
Uno de los críticos que visitaron aquella exposición acuñó el término impresionismo, en respuesta a un cuadro de Monet titulado Impresión, sol naciente. La exposición tuvo una cierta resonanci, pero no contribuyó demasiado a elevar los precios que los artistas podían pedir por sus obras, como lo demostró en 1875 en la subasta de la colección de Jean Baptiste Faure, integrada por obras de Berthe morisot, Renoir y Sisley. 



Claude Monet dedicó la década de 1880 a viajar por rincones pintorescos de Francia. Visitó en varias ocasiones las costas de Normandía y de Bretaña, como ya había hecho antes, pero ahora prefería pintar los lugares remotos antes que los centros vacacionales repletos de turistas. Los lienzosde la década de 1860, poblados de parisinos disfrutando de su tiempo de ocio en Triouville y Sainte-Adresse, dejaron paso a los cuadros de playas solitarias azoradas por una tempestad, de paisajes rocosos contemplados en Fécamp Pourville, o a obras sobre el majestuosos aislamiento de la iglesia de Varengeville en 1881 y 1882. Monet regresó a esta franja del litoral francés en 1883, 1885 y 1886.


Las décadas de 1880 y 1890 supusieron un cambio de enfoque en la vida de Monet: en los temas que le interesaban, los lugares que escogía para exponer sus obras y el enorme éxito y la fama que alcanzó. Como tantos otros artistas y escritores de finales del siglo XIX, se sentía insatisfecho con los temas derivados de la modernidad  y la experiencia urbana. Por ello su arte se  centró cada vez más en el mundo de las sensaciones personales ante los prodigios de la naturaleza. Sus últimas obras tienen un carácter monumental y decorativo. A diferencia del espectáculo exterior que tanto atraía a Manet y Baudelaire, esas pinturas representan espacios privados que sumergen al espectador en sus suaves armonías de color y en sus atrevidas composiciones.







Los experimentos artísticos que llevó a cabo monet con ocasión de los múltiples viajes realizados en la década de 1880 le sirvieron básicamente de trabajo preliminar para sus grandes series de pinturas de los años 90. En dichas series, el artista escoge un lugar o un motivo con una connotación especial, como las gravillas, los álamos ribereños del río Epte o la fachada de la Catedral de Ruán para pintar varios cuadros sobre el mismo tema bajo distintas condiciones de luz y en diversas estaciones. Las pinturas de motivos en serie constituyeron el núcleo fundamental de la obra que Monet expuso en público en la última década del siglo XIX. En una muestra individual celebrada en la galería de Durand-Ruel, el artista exhibió 15 pinturas en serie de las gavillas. Por si fuera poco, durante los años siguientes organizó exposiciones monográficas sobre otros motivos posteriores: en 1892, expuso los álamos en la galería de Durand-Ruel, en 1893, la fachada de la Catedral de Ruán, en 1900, la primera serie sobre su jardín acuático, en 1904, panorñamicas londinenses y en 1909, una serie de 48 pinturas de nenúfares. 


Otro de los grandes proyectos artísticos de Monet en la década de 1890 fue su jardín acuático de Giverny. En cuanto compró la casa, se dispuso a crear un primoroso jardín que incorporara todos los tonos cromáticos y muchísimas flores distintas. En 1893 se le presentó la ocasión de comprar más terreno al otro lado de la carretera y de la vía del tren que atravesaba la finca en aquel entonces. Monet amplió el estanque y el arroyo naturales solicitando un permiso de obras para modificar el cauce de agua que alimentaba el arroyo y para agrandar el estanque. Su creación más sensacional fue seguramente el puente de trazado arqueado típicamente  japonés que mandó construir en uno de los extremos del estanque. Este remanso de paz producto de la imaginación de Monet, acabó por convertirse en el tema definitivo del artista, quien lo pintó a diario a lo largo de 20 años. 


La serie de los nenúfares encaminó al pintor hacia su último gran proyecto: las decoraciones destinadas a la Orangerie. La pintura decorativa había experimentado un resurgimiento extraordinario durante el último cuarto del siglo XIX tanto en los círculos artísticos oficiales como en los ambientes más exóticos. En consecuencia, ayuntamientos, escuelas, iglesias y museos de todo el país decoraron sus vastos murales conmemorativos a la Tercera República. Este auge del arte ornamental en los edificios públicos corrió parejo con el encargo de pinturas decorativas para los salones de sus villas por parte de un grupo de clientes acaudalados. Asimismo, muchos restaurantes de prestigio como Maxime's y Le Train Bleu, construido este último en la Gare de Lyon  para la Exposición Universal de 1900 se sirvieron de paneles decorativos para realzar la elegancia belle époque  de sus comedores.


El poderoso poítico republicano Georges Clemenceau era amigo íntimo de Monet y un defensor ferviente de su pintura. Clemenceau, preocupado por la tristeza que embargó al artista tras la muerte de su querida esposa Alice, en 1910 y de su primogénito Jean, en 1914, engatuzó al anciano pintor para que acometiera una decoración colsal inspirada en su jardín acuático. Monet mandó construir un estudio especial en el jardín para poder trabajar con comodidad en una obra de dimensiones tan monumentales. A pesar de sufrir de cataratas en ambos ojos, el artista trabajó sin descanso en el proyecto, hasta su muerte en 1926. Al principio, el conjunto se colocó en un pabellón construido al efecto en los jardines del Hôtel Biron (hoy Museo Rodin), pero en 1921 se anunció el traslado de los murales a la Orangerie de los jardines de las Tullerías, cerca del Louvre. El arquitecto Camille Lefèvre diseñó dos salas ovaladas a ras del suelo para alojar las pinturas, que se abrieron al público el 16 de mayo de 1927.

















































































martes, 8 de noviembre de 2011

Museo del Louvre, París

MUSEO DEL LOUVRE, PARÍS






El Palais du Louvre (Palacio del Louvre) en la margen derecha del Sena en París, es un antiguo palacio real situado entre los jardines de las Tullerías y la Iglesia de Saint-Germain l'Auxerrois. Sus orígenes se remontan al período medieval, y su actual estructura ha evolucionado en etapas  desde el siglo XVI.

El Louvre toma su nombre de la palabra franca leovar o leower (lugar fortificado). Fue la sede real del poder en Francia, hasta que Luis XIV se trasladó a Versalles, en 1682, llevándose a la fuerza al gobierno con él, aunque el Louvre volvió a ser la sede oficial  del gobierno hasta el final del Antiguo Régimen  en 1789. Desde entonces ha albergado al célebre Museo del Louvre, así como varios departamentos gubernamentales. 

El actual Palacio del Louvre es un complejo de alas y pabellones en cuatro niveles principales que, aunque parezcan unificados es el resultado de muchas fases de construcción, modificación, destrucción y restauración. Este enorme complejo puede dividirse, a su vez, en el Viejo Louvre, los pabellones medievales y renacentistas y alas que rodeaban el Cour Carrée, así como la Gran Galería que se extendía al oeste a lo largo del río Sena, y el Nuevo Louvre, aquellos pabellones del  siglo XIX y alas que se extendían a los lados norte y sur del Cour Napoleon, junto con sus extensiones al oeste , que eran parte del desaparecido Palacio de las Tullerías.


Alrededor de 51.615 metros cuadrados en el complejo palaciego están dedicados a espacios de exposición. El complejo es tan vasto que es posible visitarlo a diario por una semana y no ser capaz de echar una simple mirada a lo expuesto.






El Museo del Louvre es el museo nacional de Francia cosagrado al arte anterior al impresionismo, tanto bellas artes como arqueología y artes decorativas y es uno de los más importantes del mundo. Está ubicado en París, en el antiguo Palais du Louvre. Actualmente promueve la apertura de dos sub-sedes: en Lens (Francia) y en Abu Dabi (Emiratos Árabes Unidos).


Sus extensas colecciones son el resultado de un doble esfuerzo histórico. Al coleccionismo desarrollado por la monarquía  francesa a lo largo de varios siglos, se sumó el esfuerzo de los hombres de la ilustración, la labor desamortizadora de la Revolución Francesa y las campañas arqueológicas y compras impulsadas durante todo el siglo XIX. La apertura del Louvre en 1793, significó, dentro de la historia de los museos, el traspaso de las colecciones privadas de las clases dirigentes a galerías de propiedad pública para disfrute del conjunto de la sociedad. El Louvre se constituye de esa manera, en el precedente de todos los grandes museos nacionales europeos y norteamericanos, y de hecho, fue el modelo para muchos de ellos. Es el museo de arte más visitado del mundo y el más recordado por varias de sus obras maestras, como La Gioconda, de Leonardo da Vinci.


El edificio que alberga el museo desde su fundación es el viejo Castillo del Louvre, luego reconvertido en Palacio Real. Su origen se remonta al siglo XII, y fue embellecido con ampliaciones renacentistas y otras más tardías. En este edificio acumuló Carlos V sus colecciones artísticas y Francisco I y Enrique IIplanearon reformas para hacer de él una verdadera residencia real renacentista.


Fue la reina Catalina de Médicis la que esbozó el proyecto que hizo del Louvre el gran palacio que es actualmente, labores que continuó Enrique IV después de las guerras de religión. En sus mejoras arquitectónicas y decorativas han intervenido múltiples artistas a lo largo de los siglos, desde Claude Perrauld, y los pintores Simon Vouet y Charles le Brun en el siglo XVII, hasta Delacroix y Georges Bracque, quienes pintaron algunos de sus techos.


Tras la Revolución Francesa que implicó la abolición de la monarquía, el Palacio del Louvre fue destinado a  fundaciones artísticas y científicas, concentrándose en él, al año siguiente las colecciones de la corona. Parte del Louvre se abrió por primera vez al público como museo el 8 de noviembre de 1793. Era una solución lógica ya que estaba ocupada por las academias y porque ya en 1778 se había elaborado el proyecto de utilizar la Gran Galería  como pinacoteca. 








El edificio del Louvre estuvo unido al palacio de las Tullerías, formando un solo conjunto hasta 1870, cuando este último fue destruido en los hechos de la Comuna de París. Los tesoros artísticos de las Tullerías se perdieron en el incendio del Palacio cuyas ruinas fueron demolidas, desde entonces el Louvre domina el gran parque abierto en dicho soler.


El enorme museo, cuyas salas y pasillos marcan un recorrido de varios kilómetros, fue sometido a una ambiciosa modernización en la década de 1980, cuyo elemento más visible fue la pirámide de cristal. Fue diseñada por el arquitecto Leoh Ming Pei, e inaugurada en 1989, para centralizar el acceso a los visitantes , que descienden por ella a un recibidor subterráneo por el que se accede a las dicersas salas del museo.


El Museo del Louvre refleja el papel protagonista de Francia como potencia económica  de Europa, y recoge los mejores frutos  de la actividad coleccionista y de mecenazgo promovida por sus clases dirigentes a lo largo de varios siglos. Gracias al poder de la Dinastía Borbón y de Napoleón Bonaparte, a campañas arqueológicas y a posteriores  adquisiciones, cuenta actualmente con diferentes colecciones de obras de arte proveniente de civilizaciones, culturas y épocas  variadas. Contiene alrededor de 300.000 piezas, de las que solo 35.000 están expuestas.


A pesar de las múltiples ampliaciones y reformas, el Louvre mantiene almacenados un gran porcentaje de sus colecciones, lo que explica la apertura de una segunda sede en Lens, cerca de la frontera con Bélgica. Esta ciudad se hallaba económicamente deprimida por una  crisis industrial, y la apertura del Museo Louvre-Lens, con unas 600 obras, promete asegurarle un estimable flujo turístico. Así mismo, el Louvre ha accedido a dar su nombre a una segunda delegación, en el extranjero: el Museo Louvre-Abu Dabi en Emiratos Árabes Unidos. La institución ha suscrito un acuerdo de treinta años de duración, según el cual aportará su nombre, obras de arte y asesoramiento a un museo de nueva construcción diseñado por Jean Nouvel, lo que permitirá exhibir obras que de otra manera estarían almacenadas, además de captar fondos para el mantenimiento del edificio del Louvre y para la recuperación de una parte del Pabellón de Flora.








Los monarcas franceses mostraron, ya desde el siglo XIV, afición por adquirir obras de arte, se destaca la actitud de Francisco I quien protegió a Leonardo da Vinci en sus últimos años. La colección real era relativamente pequeña, hasta que uis XIV adquirió las colecciones de los banqueros Jabach y del cardenal Manzarino, mientras que Luis XVI hizo lo propio  con los cuadros de la escuela flamenca y holandesa. 


Las guerras napoleónicas significaron un notable aumento  en las colecciones del Louvre (en aquel instante se lo conoció como Musée Napoleon), pues los ejércitos requisaron obras de los distintos países invadidos. Muchas de estas obras tuvieron que devolverse al caer el régimen napoleónico, pero algunas muy importantes quedaron en el Louvre, como las Bodas de Caná de Veronés.


Durante los siglos XIX y XX la colección se incrementó  mediante donaciones de coleccionistas privados, así como por una política de adquisiciones que se ha centrado especialmente en la escuela francesa, que estaba representada de manera incompleta de acuerdo al gusto de los sucesivos reyes. Muchas obras medievales, del rococó y del romanticismo, llegaron poco antes del año 1900. El fondo de pintura medieval italiana creció sustancialmente, gracias a que Napoleón III compró la Colección Campana, propiedad del financiero italiano del mismo nombre. Entre las donaciones, cabe destacar la del coleccionista Lacaze, que aportó la Betsabé de Rembrandt y El Pastizambo de José de Ribera, y en 1935 la del Barón Edmond de Rothschild (1845 - 1934), con más de 40.000 grabados, casi 3000 dibujos, y 500 libros ilustrados. En fecha reciente, el diseñador Yves Saint Laurent legó un importante retrato de Goya al Louvre.


De acuerdo a una ordenación cronológica de las colecciones nacionales, el Louvre muestra obras de arte anteriores a 1849. Casi todas las obras del siglo XIX avanzado, desde el realismo (Coubert), hasta el impresionismo y Toulouse-Lautrec fueron transferidos al Museo d'Orsay, y el arte moderno y contemporáneo  se exhibe en el Centro Pompidou. 


El Louvre alberga varias de las obras maestras del arte universal, reconocidas mundialmente, como, por ejemplo La Gioconda (o Mona Lisa) de Leonardo da Vinci, La Virgen del Canciller Rolin de Jean van Eyck, La Encajera de Vermeer, o La Coronación de Napoleón de Jacques Louis David, entre otros.








También podemos encontrar la mayor colección de obras de Poussin, desde las pinturas de la Edad Media, hasta Ingres y Gericault. Entre los cuadros nos tropezaremos con: Retrato de Luis XIV de Rigaud, Peregrinación a la isla de Citea de Watteau, La gran odalisca de Ingres y La muerte de Sardanápolo de Delacroix.


Entre los pintores italianos se destacan las pinturas de Giotto, Fra Angelico, Andrea Mantegna, Caravaggio, y entre los artistas del Rencimientos nos encontramos con Leonardo da VInci, Rafael Sanzio, Tiziano y muchos otros más.


Holanda está representada por Rembrandt (El buey desollado), Frans Hals (La Gitana) y Vermeer (El Astrónomo y La Encajera),


No menos impresionante es su colección de esculturas, que abarca, desde las civilizaciones antiguas de Mesopotamia y Egipto, hasta la época neoclásica. Incluyen obras legendarias como los gigantes toros alados de la Mesopotamia, el Código de Hammurabi, la Venus de Miló, el escriba (que data de la V dinastía de Egipto) y un fragmento del Friso del Panteón de Atenas. También nos encontraremos con el esclavo moribundo  y el esclavo rebelde de Miguel Ángel, y La ninfa de Fonainebleu de Benvenuto Cellini.


Asimismo existe un departamento de artes orientales. En ellas se exponen y conservan objetos de dicha región, situados entre la actual India y el Mar Meditterráneo. El Museo del Louvre dispone de tres colecciones importantes, ellos son



  • Mesopotamia (Sumeria, Babilonia, Asiria, etc)
  • Antiguo Irán
  • Países del Levante (Chipre, entre otros)



Y finalmente también existe un departamento de arte islámico, creado en 2003. Entre las joyas a admirar  nos encontraremos con: Píxide de Al-Mugira (una caja de marfil del año 968), Le Plat du Paon, una importante cerámica otomana, y el Baptisterio de San Luis, una de las más célebres y enigmáticas obras de arte, creada a comienzos del siglo XIV.