Pocos artistas muestran las contradicciones de su tiempo de la misma manera que Degas, participó en las exposiciones impresionistas y criticó los principios básicos de este movimiento, se inspiró en los maestros del pasado y sus escenas rebosan modernidad, defendía la línea sobre el color y se destapará como uno de los mejores coloristas del momento en algunas obras. Además odiaba los honores oficiales y deseaba triunfar en el Salón.
Hilaire Germaine Edgar Degas nace nace en París el 19 de julio de 1834. Su familia paterna era de origen franco-italiano, y se dedicaba a la Banca, mientras la de su madre estaba vinculada con el negocio del algodón en Nueva Orleans. Su padre, Auguste, deseaba que su hijo cursara estudios de Derecho, a pesar de haber demostrado su talento como dibujante en los años del Lycée. Durante un corto período de tiempo accedió a los deseos paternos, matriculándose en Derecho, pero pronto se cansó, abandonó el hogar familiar y se instaló en un estudio.
En 1853 se matricula en el taller de Louis Lamotte, pintor de temas históricos y discípulo de Ingres. Durante dos años copió, bajo la atenta mirada de su maestro, un buen número de obras del Louvre, preparándose para el concurso de la Escuela de Bellas Artes, donde obtener la pensión que lo llevaría a Italia, como soñaban todos los jóvenes pintores de aquel momento.
En 1855 ingresa finalmente a la Escuela de Bellas Artes, aunque la abandonó pocos meses después para realizar un viaje por su cuenta a Italia, regresando después de 3 años. En Italia se dedicó a copiar las grandes obras de los maestros del Renacimiento y las esculturas clásicas que poco a poco afloraban a la superficie, gracias a las excavaciones arqueológicas. Los frescos de Rafael y Miguel Ángel en la Capilla Sixtina serán las principales atracciones para el joven pintor. En Roma se rodeará de los artistas franceses que estudiaban becados por el Estado. Su relación será muy intensa con Gustave Moreau, pintor que también tenía sus propios recursos para vivir en la Ciudad Eterna. Junto a Moreau sentirá enorme atracción por Giotto, Mantegna o Botticelli, así como por Tiziano, Veronés o Tintoretto, mientras que el predominio del color en la escuela veneciana lo llevará a interesarse por Delacroix, el maestro del Romanticismo francés. También en Italia se iniciará por el arte del grabado, encontrando un inestimable punto de referencia en Rembrandt y los pintores holandeses del Barroco.
En los meses finales de 1859 Degas regresó a París. Su padre considera que se debe ganar la vida realizando retratos, temática en la que ha demostrado sobradas dotes. Sin embargo, Degas desea obtener el mayor triunfo posible en el panorama artístico parisino, y ello pasaba por el Salón de París, iniciando una serie de obras con temáticas históricas que tenían gran éxito en dicho certamen. En ellas se aprecia una marcada influencia de Delacroix e Ingres, junto a Mantegna y Piero della Francesca. En 1862 realiza su primera escena en la que se refleja la vida moderna. Se trata de Antes de la Salida, en la que inicia su tratamiento del hipódromo y carrera de caballos.
Ese año se relacionó, por primera vez con Manet, a quien encontró en el Louvre, cuando estaba copiando un cuadro de Velázquez para realizar un aguafuerte. Manet pondría al joven artista en contacto con el Realismo, aunque Degas se resistiera en un principio a asumir la filosofía del movimiento. También será Manet quien le presente a James M. Whistler, artista interesado especialmente en el color como estimulante del espectador. Quizás ese contacto permitiera a Degas conocer en profundidad los grabados japoneses, tan de moda en aquellas fechas entre los artistas modernos. Otra de las interesantes influencias para estos pintores será la fotografía que se empezaba a desarrollar con éxito en aquellos años. Degas incorporará estas dos novedades en sus obras al interesarse desde el primer momento por cuestiones de perspectiva. Los retratos serán la temática favorita del pintor durante la década de los sesenta. En 1868 se integra en las tertulias del Café Guerbois, liderado por Manet, iniciándose una estrecha amistad entre ambos pintores. Allí también se relacionaría con Claude Monet, alfred Sisley y Paul Cézanne, aunque no sintiera ningun atracción por su pintura al aire libre.
Al igual que los demás pintores de su generación, Degas sufrió las consecuencias de la guerra Franco-Pruusiana en 1870. Formó parte de la Guardia Nacional y participó en la defensa de París ante las tropas prusianas. Después se retiró al campo, para alejarse de los sucesos de la Comuna. Es en este momento cuando comienza a deteriorarse su visión. Al año siguiente viaja a Londres, en donde vende varios cuadros al marchante Durand-Ruel. Al regresar a París pintará la Clase de danza, mostrándose en plena madurez. La idea de crear una exposición independiente al Salón oficial empezó a cuajar entre los artistas a partir de 1873. El propio Degas ya había planteado a sus amigos la realización de un Salón del Realismo. La primera exposición del grupo se celebró en 1874. Participaron Monet, Renoir, Morisot, Cézanne, Degas y Sisley entre otros.
El fallecimiento de su padre, en 1874 reveló la mala situación económica por la que atravesaba la familia, existiendo un buen número de deudas. Esto provocó que Degas tuviese que vender sus cuadros para poder vivir, algo que hasta entonces no había hecho. Esta crisis financiera se prolongaría hasta 1880. Sus máximas obsesiones en la década de los setenta serían las escenas de ballet y los grabados. Pocos artistas han dado una visión tan completa de las entrañas de la danza como Degas. Pasaba largas horas observando los extenuantes ensayos de las jóvenes, sintiéndose especialmente atraído por ese mundo. La fama de Degas empezó a crecer en la década de los setenta, vendiendo un buen número de cuadros con cierta facilidad. Sin embargo, las tensiones entre los miembros del grupo impresionista y Degas eran cada vez mayores. Gracias a Camille Pissarro las críticas fueron suavizadas y la unión de los integrantes del movimiento parecía asegurada.
Sin embargo, Degas se fue convirtiendo en un personaje solitario dejando de exponer con otros artistas, e incluso no exhibiendo sus obras al público. A partir de ese momento surge el aspecto legendario de su vida, mostrándolo como un hombre amargo, de mal carácter, misógeno y arrogante. La depresión lo acompañó en algunos momentos, mientras que las enfermedades serán continuas durante mucho tiempo, siendo considerado por algunos contemporáneos como un hipocondríaco, especialmente por su problema visual. Una de las técnicas preferidas del artista será el pastel, perfeccionándolo durante años mediante la superposición de diferentes capas. El colorido será cada vez más sugerente, resultando obras de especial delicadeza como El Barreño o En la sombrerería. Algunos de los colores conseguidos por Degas inspirarían a Paul Gaugin y Henri Matisse.
Otra faceta destacada de su arte es la escultura, realizando numerosas estatuas de caballos, bailarinas o bañistas desnudas, llegando a ser considerado por Renoir el mejor escultor moderno, por delante incluso que Rodin. El carácter del artista se hace cada vez más agrio con el paso del tiempo, mostrando de manera abierta sus prejuicios sociales. Los cambios producidos al iniciarse el siglo XXlo convierten en un hombre ultraconservador y tradicionalista. Desde 1900 el artista redujo su producción, renunciando a trabajar a partir de 1912. En estos últimos años destaca su faceta de coleccionista, adquiriendo una importante cantidad de cuadros, llegando a cambiarlas por sus propias obras. En su colección estaban representados los más diversos maestros: desde Ingres hasta Cézanne, pasando por Delacroix, Gaugin, Van Gogh y de su alumna Mary Cassat. Sus últimos meses los pasó postrado en la cama, falleciendo el 27 de septiembre de 1917, en París.
No hay comentarios:
Publicar un comentario