Los Cartones de Goya son un conjunto de obras pintadas por Francisco de Goya y Lucientes entre 1775 y 1792 para la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara. Si bien no son los únicos cartones para tapices que se hicieron en la Real Fábrica, sí son los más conocidos y a los que la historia del arte ha otorgado el apelativo de cartones para tapices por autonomacia. En su mayoría representan temas bucólicos, cinegéticos, rurales y populares y se ceñían al gusto del rey Carlos III y de los príncipes Carlos de Borbón y María Luisa de Parma.
Los Cartones para Tapices están estructurados en siete series, cada una con diferente número de obras y temáticas. Un rasgo común a todas ellas es la presencia de rasgos campestres y de diversión popular. Únicamente la primera serie está dedicada a la caza. Una vez terminados los cartones se tejían a tapiz y se ubicaban en las piezas correspondientes a los palacetes reales. La mayor parte de esta obra se encuentra actualmente en el Museo del Prado, aunque existen algunos cartones en pinacotecas de otras naciones.
Las siete series de cartones para tapices están compuestas en total de entre 60 y 73 obras. El tamaño y motivo de dichos cartones estaba íntimamente relacionado con su jerarquía y el lugar que se les había asignado dentro de la estancia real, por lo que es posible dividirlos en distintos paños (aquellos cartones de más extensión que delimitarían el tema en toda la serie, y aquellos más pequeños destinados a rellenar algunos espacios vacíos).
Al realizar las dataciones de los cartones no han existido grandes discusiones. Sin embargo, existe un serio conflicto de datación en La gallina ciega, ya que algunos críticos sostienen que su realización data de 1798, aunque ello parece bastante improbable, ya que la serie a la que pertenecía quedó inconclusa al morir Carlos III en diciembre de 1788. La pequeña guía de consultas de dichas obras del Museo del Prado registra su datación entre 1788 y 1789.
Cuando Goya llegó a Madrid reinaba Carlos III, un entusiasta de la caza, y la corte tenía sedes itinerantes, pues el rey deseaba pasar la mayor parte del tiempo fuera de la capital. Para ornamentar los aposentos reales el rey necesitaba contratar nuevos pintores para la Real Fábrica, entre los cuales se encontraba Goya.
A pesar de que pintar cartones no lo ayudaba a ganar más fama, muchos autores especializados consideran que Goya intentó alcanzar la cumbre social a través de los cartones. Puede introducirse en la Capital, y más importante aun, en la Corte, con la facilidad que años más tarde podría presentar directamente los diseños al rey y a los príncipes. De ser un simple pintor de provincia, se convirtió en uno de los artistas más reputados de la Corte.
En las habitaciones regias, donde se colgaban los tapices primaba el buen gusto y la estricta observación de las normas artísticas. En estos tapices Goya mezcla el rococó tiepolesco con el arte neoclásico llevado a la cima por Mengs. Las escenas deben, además, tener encanto y variedad en los temas. A pesar de no ser obras que cuenten con un realismo pleno, existen obras de la serie que rebosan de verismo, como El Albañil herido o Los pobres en la fuente.
Hasta entonces Goya solo había trabajado en escenas de corte religioso. Fue menester apartarse del barroco tardío que expresaban esos cuadros y también del rococó al fin de poder una pieza del natural. El neoclasicismo tan en boga durante las épocas previas a la ejecución de los primeros cartones de Goya, tampoco era la vía más adecuada para transmitir la vivacidad de una escena popular.
Los asuntos bucólicos y cinegéticos inundan las composiciones ideadas por Goya para la Real Fábrica. A diferencia de la Corte de los Austrias, los Borbones deseaban escenas populares, que pudieran representar la manera de vivir en España en aquella época. Goya abandona los motivos históricos y religiosos con los que había trabajado hasta ese instante. La primera serie de cartones está dedicada a la caza, al ser una de las grandes aficiones del príncipe Carlos.
Un motivo habitual en el Goya de los cartones es la infancia. Niños inflando una vejiga (segunda serie) es un homenaje encubierto a la obra de Pieter Brueghel el Viejo, y también a algunos temas de la literatura alemana. Otro de los cuadros alusivos a la niñez es Muchachos cogiendo fruta, relacionado con otro posterior, Niños trepando a un árbol. El cartón incluye una metáfora con la alusión al estado de la fruta: si está madura se obtendrá una gran satisfacción sensual, de lo contrario el esfuerzo habrá sido en vano.
A pesar de que Goya ha pintado solo temas alegres para los palacios, en sus últimas series de cartones se puede adivinar el verismo que utilizará en algunos de sus cuadros posteriores, como, por ejemplo, La caída de los mamelucos. En La nevada abandona por completo el tema de las diversiones campestres y muestra a algunos campesinos sufriendo las inclemencias del invierno. De ese mismo año data El albañil herido, que hace referencia al sufrimiento y al dolor de la clase baja, pero a la vez alude a un decreto publicado por el rey protegiendo a los artesanos de las desgracias que pudieran ocurrirles.
El arte italiano influenció algunos de aquellos tapices. La rigidez academista fue combinado con el delicado y fino arte rococó para que pudiera dar vida a algunos de sus cartones más célebres. También el barroco italiano ejerce su influjo sobre Goya, especialmente en obras tales como El cazador con sus perros y Pastor tocando la dulzaina. Caravaggio pintó Jugadores de cartas, cuyo esquema y tonalidades reproduce Goya en Los jugadores de Naipes.
Otros cuadros de Goya pudieron inspirarse en Cartas de amor de Fragonard y Mujeres en la fuente de Michel-Ange Houasse. Este último se conserva en las colecciones reales del Palacio del Oriente. La única influencia de arte extranjero, además del francés y británico, que puede encontrarse en estas obras goyescas es la de Rembrandt.
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