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miércoles, 1 de julio de 2015

Francisco de Zurbarán




Francisco de Zurbarán (Fuente de Cantos, 7 de noviembre de 1598 - Madrid, 27 de agosto de 1664) fue un pintor del Siglo de Oro español. Contemporáneo y amigo de Velázquez, destacó en la pintura religiosa. Fue un artista representativo de la Contrarreforma. Influido en sus comienzos por Caravaggio, su estilo fue evolucionando para aproximarse a los maestros manieristas italianos. 

Pintor español nacido en Fuente de Cantos (Badajoz) en 1598 y muerto en Madrid en 1664. Junto a Velázquez y Alonso Cano forma parte de la triada de pintores más importantes del barroco sevillano del primer tercio del siglo XVII.

A los quince años se trasladó a Sevilla, ciudad en la que comenzó su actividad artística. Por voluntad de su padre, que encomendó a Pedro Delgueta la búsqueda de un maestro, Francisco de Zurbarán se inició en el oficio de pintor. Fue así que, desde 1614 hasta 1617 realizó su aprendizaje en el taller del pintor sevillano Pedro Díaz de Villanueva.

En aquella época conoció a Velázquez y realizó la primera obra de la que se tiene noticias, la Inmaculada. firmada y fechada en 1616 y el Cristo atado a la Columna de 1620. Estas obras de juventud muestran fuertes rasgos italianizantes y todavía están lejos del tenebrismo y realismo de su restante producción, aunque muestran una fuerte personalidad artística.



Probable Autorretrato (Museo del Prado, Madrid)

Hacia 1617 contrajo matrimonio con María Páez, diez años mayor que él y se extableció en Llerena (Extremadura). De este período existen noticias documentales de distintas obras: el cuadro de la Virgen para la Puerta de Villagracia de Llerena y las trazas para la fuente de la Plaza Mayor, destruida en la guerra civil de 1936, así como quince misterios del Rosario para la iglesia parroquial de Fuente de Cantos, obras hoy desaparecidas. 

En 1626 el convento dominico de San Pablo del Real de Sevilla lo contrató para la realización de veintún cuadros, que debían estar terminados en un plazo de ocho meses. A partir de ese momento inició la carrera como pintor de la vida monástica española. A ellos pertenecen La Crucifixión, cuadro muy admirado por sus conteporáneos. Entre 1628 y 1629 realizó el ciclo de pinturas para el colegio franciscano San Buenaventura, al que pertenecen obras como San Buenaventura y santo Tomás de Aquino ante el Crucifijo, Un Ángel da a San Buenaventura la inspuración para la elección de un nuevo Papa, San Buenaventuraen el concilio de Lyon y Exposición del cuerpo de San Buenaventura. En ellos el arte de Zurbarán aparece perfectamente definido: destaca la fuerza realista propia de los mejores pintores españoles de la época, el sentido de la ordenación en la composición y de la monumentalidad, y utiliza el fondo oscuro, tan propio de toda su pintura.

En agosto de 1628 contrató el ciclo de pinturas del convento de la Merced Calzada de Sevilla y realizó 22 cuadros sobre la vida de San Pedro Nolasco, de los que destacan: Aparición de San Pedro Crucificado a San Pedro Nolasco y La Visión de San Pedro Nolasco.

En 1626 se estableció en Sevilla por invitación del Consejo Municipal de la ciudad. Debido a la gran celenridad que le dieron las obras de San Pablo y a su alta reputación como pintor, no tuvo que realizar el tradicional examen de la Corporación de Pintores de la ciudad. Tal excepción provocó las quejas de los artistas sevillanos, entre ellos del propio Alonso Cano, que fueron desatendidas por el Consejo Municipal



Cuadros del Taller de Zurbarán (Museo de Bellas Artes de Castelló)


El propio Consejo Municipal le encargó varias obras, como la Inmaculada Concepción. Entre 1630 y 1633 se desarrolló la etapa más fecunda de su obra. Pintó tanto naturalezas muertas como obras religiosas. De este período son obras como: Bodegón con naranjas (1633), Bodegón de membrillos, Agnus Dei, La visión del Beato Alonso Rodríguez (1630), La apoteosis de Santo Tomás de Aquino (1631), encargado por los dominicos, Santa Margarita y el cuadro de Isabel de Portugal. 

En 1634 fue llamado a Madrid, sin duda favorecido por Velázquez, su amigo de juventud. Allí participó de la decoración del Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro, para el que realizó la Defensa de Cádiz contra los ingleses, La expulsión de los holandeses de la isla de San Martín, obra perdida, y diez lienzos sobre pasajes de la vida de Hércules. Esta estancia en Madrid tuvo una gran repercusión en su estilo: siguiendo el ejemplo de Velázquez renunció al tenebrismo y se adentró en un clasicismo, influido por la pintura veneciana. En 1636 se le concedió el título de Pintor del Rey.

De regreso en Sevilla trabajó en El retablo de la capilla de San Pedro de la catedral sevillana y en el Convento de la Merced Descalza (1636), para el que realizó obras como San Antonio Abad y San Lorenzo, donde se hace patente la transformación de su estilo. De esta época son también El Retablo de la iglesia de Nuestra Señora de Llerena, o las pinturas para la cartuja de la Defensión de Jerez de la Frontera, así como el magnífico conjunto del Monasterio de San Jerónimo de Guadalupe. Se trata de once lienzos entre los que destacan La Misa del Padre Cabañuelas y La visión del Padre Salmerón. 


La Defensa de Cádiz (1643), Museo del Prado, Madrid



En 1639 se quedó viudo por segunda vez, y en 1644 se casó con Leonor de Tordena. Son los años en los que realizó el Retablo de la Capilla de Nuestra Señora de los Remedios de la colegiata de Santa María de Zaffra, o varias obras para la cartuja de Cuevas de Sevilla (San Bruno y el papa Urbano II, San Hugo en el Refectorio de los Cartujos, Virgen de los Cartujos). Destaca también la Anunciación pintada para el conde de Peñaranda. En su Inmaculada Concepción niña (1656) se detecta una clara influencia de Guido Reni. 

Después de 1645, la llegada de artistas a Sevilla, como Murillo hizo que su estima decayera. Como consecuencia, dejó de recibir muchos encargos, lo que le obligó a realizar una producción de pinturas de mediocre calidad para ser exportadas a América. Su situación económica y profesional se deterioró, lo que hizo que en 1658 se trasladara a Madrid en busca de mejores trabajos. Aunque su arte no pudo nunca adaptarse al gusto impuesto por el pleno barroco, realizó trabajos hasta el final de sus días. Murió en Madrid en 1664, en una absoluta pobreza.

Su obra es un caso especial dentro de la pintura barroca hispana. Se apartó de la realizada por sus contemporáneos y desarrolló un estilo personal, caracterizado por la simplicidad compositiva, carente de la artificiosidad del barroco. Realizó un gran número de obras que reflejaban la vida monástica, producto de la Contrarreforma. Creó atmósferas sencillas con composiciones en planos horizontales, un sentido íntimo de la luz, y una reducción a esquemas geométricos de cierta rigidez. Zurbarán fijó un tipo de icomografías, junto a Pacheco y Murillo, que se diferienciaría de la creada en la escuela castellana, son geniales sus bodegones, donde es posible adentrarse en su realismo, y en los que la simetría, elemento fundamental de la composición, crea un ambiente sereno y equilibrado.

A lo largo de los siglos la apreciación de la obra de Zurbarán ha sufrido diferentes consideraciones. Olvidado durante más de cien años, fue a partir de mediados del siglo XIX cuando el movimiento romántico comenzó a reinterpretar y a redescubrir su pintura. Sin embargo, hasta el siglo XX no se realizó un estudio serio sobre su obra, Los cubistas apreciaron su obra en gran medida, y en la actualidad se lo considera, junto a Velázquez o El Greco, una de las grandes personalidades del arte español de todos los tiempos.



Naturaleza Muerta con Limones, Naranja y Rosa (1633). Norton Simon Museum


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