Considerado el más grande pintor de todo el arte europeo, Rembrandt fue un pintor y grabador del Siglo de Oro holandés. Artista holandés del barroco, es uno de los más grandes pintores de la historia del arte universal. Fue un intérprete excepcional de la naturaleza humana y un maestro de la técnica, no solo pictórica, sino también del dibujo y del grabado. Su obra produjo un gran impacto en sus contemporáneos, e influyó en el estilo de muchos artistas posteriores. Es probable que no exista ningún pintor que haya igualado a Rembrandt en su utilización de los efectos del claroscuro o el empaste vigoroso
Hay artistas que se pasaron toda su vida trabajando. Rembrandt fue uno de ellos, ya que además de su formidable catálogo de pinturas fue un prolífico grabador y dibujante. De la importancia de esta última nos asombra que, en el catálogo de Otto y Eva Benesch, realizado alrededor de los años 50 del siglo pasado, se contabilizan más de mil quinientos. Rembrandt dibujó intensamente, por lo menos durante cuatenta años de su vida (entre 1627 y 1662). Solo diez dibujos escapan a estos límites cronológicos, aunque se supone también, que muchos se han perdido en el transcurso del tiempo.
Su producción de dibujos fue tan prolífica como brillante. Unos 1400 dibujos han sobrevivido hasta nuestros días, mientras otro número idéntico se ha perdido. Las razones de dicha pérdida, además del incendio, inundación y la negligencia, pueden adivinarse a partir de los dibujos que quedan. Rembrandt realizaba relativamente pocos estudios preparatorios para sus pinturas. Por lo eneral sus dibujos no estaban relacionados con sus principales obras, y eran, por otra parte, sin firma (existen, obviamente, excepciones a esta regla). Por ello es probable, que los recolectores inexpertos, engañados por la simplicidad de los dibujos e ignorantes de su autoría, los hayan, simplemente y lamentablemente, descartado.
Dibujar de la vida real (a diferencia que del natural) y luego de memoria eran las dos últimas etapas en el aprendizaje de un pintor en tiempos de Rembrandt. En una época en la que el pintor ocupaba un lugar central, pues hacía a su vez de cineasta y cronista, la máxima categoría era la pintura de cuadros históricos, el decatlón de la pintura, ya que debía reunir las habilidades de todas las demás.
Dos cosas nos llaman la atención en los dibujos de Rembrandt: la primera, que muchos otros pintores han dibujado bocetos, estudios, posturas como preparación para sus futuros cuadros. En Rembrandt, ese tipo de dibujo es casi anecdótico, la gran mayoría de sus dibujos son una obra en sí mismos, y la segunda: su producción es inmensamente prolífica, contrasta con la casi inexistencia de dibujos de otros pintores contemporáneos suyos.
Como demuestran los dibujos, estas obras de Rembrandt reflejan, más que aprendizaje, maestría, con un trazo suelto, creativo y en libertad. No están hechas para entrenar la mano, sino para testimoniar el aprendizaje de una mirada. Una perspectiva de la apabullante obra de Rembrandt sugiere que en ella los dibujos están hechos, sobre todo, como ejercicios de la mirada y la capacidad de observación, y también para enriquecer el banco de ideas.
Sus dibujos nos permiten acercarnos a otro costado del artista, al que intuimos en muchas de sus pinturas, sobre todo a aquellas que tienen que ver con sus mujeres. En sus dibujos, en cambio, uno se encuentra más bien con el hombre, con el ser humano. Son dibujos generalmente espontáneos, frescos, desenfrenados, informales, en los que desfilan sus modelos, sus ayudantes en el taller de pintura, las mujeres de su casa, ancianos, niños, madres, todos ellos en sus quehaceres cotidianos, gozando de la intimidad del pintor, paisajes, animales domésticos, etc.
A Rembrandt le gustaba dibujar con pluma y tinta, técnica que emplea en la gran mayoría de sus dibujos conservados. En aquella época las plumas que empleaban los pintores podían ser de ave, o bien, de junco. Las plumas de ave se escogían de las grandes plumas huecas de las alas exteriores de ocas, , cisnes o cuervos. Para utilizarlas había que prepararlas con cuidado. Primero se las rascaba y se las endurecía sumergiéndolas en ceniza caliente o arena. Lueo, en uno de los extremos se tallaba la punta, quedando lista para su utilización
A lo que se refiere a la pluma de junco se la obtenía de los tallos huecos de la caña o el bambú. Su punta suele ser más roma, por lo que los trazos del dibujo son más amplios que los de la pluma de ave.
Por lo general Rembrandt utilizaba tinta marrón o aguada (que también puede ser aplicada con pincel). Durante mucho tiempo se ha supuesto que utilizaba un tipo de tinta que se extrae del hollín, denominado bistre. Sin embargo, a prinart cipios de la década de los 80 del siglo pasado, técnicos del Metropolitan Museum of Art, descubrieron que utilizó este tipo de tinte en muy pocas ocasiones, empleando casi siempre tinte de agalla (sustancia que se forma en las hojas del pistachero y del roble) y sales de hierro.
En otras ocasiones utilizó tinta india o china, que se obtiene del hollín creado por la quema de aceites, resina o madera resinosa, o de la quema del carbón de madera mezclado con goma o resina.
La acuarela blanca opaca también fue utilizada en varias ocasiones por Rembrandt, sea para crear toques de luz en sus dibujos, o de lo contrario, para tapar, suprimir o suavizar líneas hechas anteriormente con tinta.
Además de ello, Rembrandt también utilizaba tiza roja, negra o el carbón. La tiza negra es un compuesto de esquisto carbonífero y arcilla que aplicó especialmente en figuras y paisajes. Como resultado se obtienen unas tonalidades apagadas, mientras que con el carbón se conseguía un resultado más brillante.
En los siglos XV y XVI el dibujo a punto de metal gozó de una enorme popularidad , aunque en la época de Rembrandt casi había dejado de utilizarse, aunque era vista como una técnica refinada y elegante, aunque antigua.
Para finalizar, Rembrandt no solo utilizó estas técnicas por separado. Muchas veces, desafiando las normas convencionales de la época, las utilizó de manera simultánea en un mismo dibujo, llegando, en ocasiones, a complementarlo con óleo, tratando a los dibujos como verdaderas pinturas.