Inspirado en la cultura del siglo XV y sus grandes maestros como Leonardo, Rafael, Miguel Ángel y Mantegna, Antonio Allegri (Correggio, agosto 1489 - Correggio, 5 de marzo de 1534), conocido como Correggio comenzó a concebir la pintura de una manera nueva y desarrolló su propio enfoque artístico original. A través de la ternura expresiva de sus figuras y su amplio uso de la perspectiva, tanto en sus obras sacras como profanas, Correggio se convirtió en el precursor más moderno y atrevido de los ideales del Renacimiento de las llanuras padanas. Yuxtapone su estilo fuido, luminoso y muy emocional al color veneciano explosivo y al manierismo romano. Con el uso de la luz y la composición en diagonal obtuvo gran profundidad espacial en sus pinturas, convirtiéndose en una característica notable de su estilo. Sus majestuosos retablos de la década de 1520 fueron concebidos de forma espectacular, llenos de gestos, expresiones sonrientes, personajes interesantes y colores suaves.
Antonio Allegri nació en Correggio, Italia. Su fecha de nacimiento es incierta, aunque se supone que fue alrededor de 1489. Su padre fue comerciante. Aunque se sabe poco sobre la formación de Correggio, se asume que se primera formación pictórica fue en el taller de su tío, el también pintor Lorenzo Allegri.
De 1503 a 1505 fue aprendiz de Francesco Bianchi Ferrara (Módena), donde probablemente se familiarizó con el clasicismo de artistas como Lorenzo Costa y Francesco Francia, evidencia que se encuentran en sus primeras obras. Después de un viaje a Mantua (1506) regresó a Correggio hasta 1510. A este período pertenecen la Adoración del Niño con Santa Isabel y Juan. En 1514 acabó los tres tondos para la iglesia de Sant'Andrea de Mantua y luego regresó a Correggio donde, como un artista independiente y cada vez más reconocido firmó un contrato para realizar el retablo de Madonna en el Monasterio de San Francisco.
En 1516 el artista se encontraba en Parma, donde pasó la mayor parte del resto de su carrera. Trabó amistad con Miguel Ángel un prominente pintor manierista. De esa época son La Virgen y el Niño con el joven San Juan, Cristo dejando a su madre y la Virgen perdida de Albinea.
Hasta los años veinte, Correggio es el autor de pinturas pequeñas, en su gran mayoría destinados a la devoción privada, con la excepción de un cuadro perdido de la Virgen de Albinea y un Descanso en la huída a Egipto con San Francisco que terminó el primer período de su carrera. En ese momento aun vivía en su ciudad natal, un centro para nada secundario en la vida cultural de la época.
El segundo período de la vida de Correggio se abre en 1520 con la ejecución de una obra de gran refinamiento estilístico y enigmático, pero cuyo origen es sofisticado: el Retrato de una Dama, identificado diversamente en Veronica Gambarra o Ginebra Rangone como modelos).
En 1522 firmó un contrato para la decoración del coro y la cúpula de la catedral de Parma, la cual comenzó a pintar recién en 1524. En la cúpula está pintada la escena de la Asunción de la Virgen en la que una multitud de ángeles dispuestos en forma de vórtice ascendente acompañan el ascenso de la Madonna en un cielo nublado.
En1520 es llamado a Parma por la abadesa del monasterio benedictino de San Paolo, quien le encarga la decoración del techo de un pequeño comedor (Cámara de St. Paul: el verdadero significado de la pintura se mantiene en secreto, convirtiéndose en uno de los más fascinantes misterios de la temprana iconografía del siglo XVI.
Después de casarse con Francis Girolami Braguetis, de la que tuvo cuatro hijos, Correggio se trasladó a Parma en 1524, donde obtuvo su primer gran encargo público, los Frescos de la iglesia de San Giovanni Evangelista. Otros compromisos importantes fueron La Natividad (conocida como La Noche, 1522), la Madonna di San Sebastiano (1524), la Madonna del Latte (1524), la Oración en el Huerto (1524 - 1525), el Ecco-Homo (1526 - 1527), la Madonna de San Jerónimo (o, El Día, 1526 - 1528), la Virgen de la Taza (1528 - 1530) y la Madonna di San Giorgio realizada en 1530.
Se trata de obras de gran elegancia con una suavidad cada vez mayor de la modelización, la delicadeza del color y el efecto dinámico, obtenido gracias a la concatecación de gestos y miradas. En estas conexiones el pintor fue capaz de captar el vínculo más auténtico entre las distintas figuras.
El trabajo más importante realizado por Correggio en sus últimos años fueron sus lienzos de Los Amores de Júpiter, encargados por el Duque de Mantua para regalárselos a Carlos V. Así entre 1530 y 1532 pinta las historias de Leda, Io y Gamínedes y Danae, interpretando todos los temas con un sutil e inimitable erotismo y una extraordinaria gracia pictórica.
La obra de Correggio se inserta dentro de la nueva sensibilidad hacia lo misterioso. En los ambientes cultos después de la crisis de los valores humanistas (razón y virtud) vuelve a aparecer el interés por la filosofía oculta, el hermetismo, la magia y la alquimia como fuente de conocimiento y forma de cultivar una sensibilidad hacia lo misterioso y elevado. Estas corrientes esotéricas se encuentran se encuentran en la obra de Correggio que, en la serie de pinturas sobre mitología clásica, ya no expresa ni el concepto ni la idea que se encuentra en Rafael o Miguel Ángel, sino la ambigüedad de significados y su lectura polivalente. Las formas y el color son sensuales, la luz casi irreal inunda y envuelve los cuerpos o se manifiesta esplendorosa.
En los temas mitológicos como Leda y el cisne o Júpiter e Io, nos plantea mediante una evidente sensualidad, fenómenos extraños, misteriosos, o de erotismo contra natura.
Isabella d'Este marquesa de Mantua encargó dos obras que han completado la decoración de su estudio en el Palacio Ducal de Mantua. Se trata de la Alegoría del vicio y la Alegoría de las virtudes (ambas realizadas hacia 1531), dos pinturas que son el preludio de las cuatro obras maestras finales de su carrera: los llamados Amores de Júpiter (Danae, Leda y el cisne, El águila y Ganymede y Júpiter e Io), encargadas por el Duque Federico II Gonzaga en los años treinta del siglo XVI. Al regresar a casa Correggio murió repentinamente el 5 de marzo de 1534.
En 1516 el artista se encontraba en Parma, donde pasó la mayor parte del resto de su carrera. Trabó amistad con Miguel Ángel un prominente pintor manierista. De esa época son La Virgen y el Niño con el joven San Juan, Cristo dejando a su madre y la Virgen perdida de Albinea.
Retrato de una Dama |
Hasta los años veinte, Correggio es el autor de pinturas pequeñas, en su gran mayoría destinados a la devoción privada, con la excepción de un cuadro perdido de la Virgen de Albinea y un Descanso en la huída a Egipto con San Francisco que terminó el primer período de su carrera. En ese momento aun vivía en su ciudad natal, un centro para nada secundario en la vida cultural de la época.
El segundo período de la vida de Correggio se abre en 1520 con la ejecución de una obra de gran refinamiento estilístico y enigmático, pero cuyo origen es sofisticado: el Retrato de una Dama, identificado diversamente en Veronica Gambarra o Ginebra Rangone como modelos).
En 1522 firmó un contrato para la decoración del coro y la cúpula de la catedral de Parma, la cual comenzó a pintar recién en 1524. En la cúpula está pintada la escena de la Asunción de la Virgen en la que una multitud de ángeles dispuestos en forma de vórtice ascendente acompañan el ascenso de la Madonna en un cielo nublado.
En1520 es llamado a Parma por la abadesa del monasterio benedictino de San Paolo, quien le encarga la decoración del techo de un pequeño comedor (Cámara de St. Paul: el verdadero significado de la pintura se mantiene en secreto, convirtiéndose en uno de los más fascinantes misterios de la temprana iconografía del siglo XVI.
Después de casarse con Francis Girolami Braguetis, de la que tuvo cuatro hijos, Correggio se trasladó a Parma en 1524, donde obtuvo su primer gran encargo público, los Frescos de la iglesia de San Giovanni Evangelista. Otros compromisos importantes fueron La Natividad (conocida como La Noche, 1522), la Madonna di San Sebastiano (1524), la Madonna del Latte (1524), la Oración en el Huerto (1524 - 1525), el Ecco-Homo (1526 - 1527), la Madonna de San Jerónimo (o, El Día, 1526 - 1528), la Virgen de la Taza (1528 - 1530) y la Madonna di San Giorgio realizada en 1530.
Danae |
Se trata de obras de gran elegancia con una suavidad cada vez mayor de la modelización, la delicadeza del color y el efecto dinámico, obtenido gracias a la concatecación de gestos y miradas. En estas conexiones el pintor fue capaz de captar el vínculo más auténtico entre las distintas figuras.
El trabajo más importante realizado por Correggio en sus últimos años fueron sus lienzos de Los Amores de Júpiter, encargados por el Duque de Mantua para regalárselos a Carlos V. Así entre 1530 y 1532 pinta las historias de Leda, Io y Gamínedes y Danae, interpretando todos los temas con un sutil e inimitable erotismo y una extraordinaria gracia pictórica.
La obra de Correggio se inserta dentro de la nueva sensibilidad hacia lo misterioso. En los ambientes cultos después de la crisis de los valores humanistas (razón y virtud) vuelve a aparecer el interés por la filosofía oculta, el hermetismo, la magia y la alquimia como fuente de conocimiento y forma de cultivar una sensibilidad hacia lo misterioso y elevado. Estas corrientes esotéricas se encuentran se encuentran en la obra de Correggio que, en la serie de pinturas sobre mitología clásica, ya no expresa ni el concepto ni la idea que se encuentra en Rafael o Miguel Ángel, sino la ambigüedad de significados y su lectura polivalente. Las formas y el color son sensuales, la luz casi irreal inunda y envuelve los cuerpos o se manifiesta esplendorosa.
En los temas mitológicos como Leda y el cisne o Júpiter e Io, nos plantea mediante una evidente sensualidad, fenómenos extraños, misteriosos, o de erotismo contra natura.
Isabella d'Este marquesa de Mantua encargó dos obras que han completado la decoración de su estudio en el Palacio Ducal de Mantua. Se trata de la Alegoría del vicio y la Alegoría de las virtudes (ambas realizadas hacia 1531), dos pinturas que son el preludio de las cuatro obras maestras finales de su carrera: los llamados Amores de Júpiter (Danae, Leda y el cisne, El águila y Ganymede y Júpiter e Io), encargadas por el Duque Federico II Gonzaga en los años treinta del siglo XVI. Al regresar a casa Correggio murió repentinamente el 5 de marzo de 1534.
Madonna y el Niño con San Jerónimo y María Magdalena (El Día) |
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