jueves, 20 de septiembre de 2012

Pintura al óleo


El óleo es una técnica pictórica consistente en mezclar los pigmentos con un aglutinante a base de aceites, normalmente de origen vegetal. Por extensión se denominan óleos a las pinturas ejecutadas mediante esta técnica, que admiye soportes de muy variada naturaleza: metal, madera, piedra, marfil, aunque lo más común es que se la aplique sobre tela.

El uso del óleo se conoce desde la Antigüedad y estaba extendido entre los artistas de la Edad Media, aunque de modo minoritario, ya que en aquella época predominaba la pintura al temple o al fresco. A fines del siglo XIV y durante el siglo XV se comenzó a generalizar el uso del óleo en detrimento de otras técnicas, ya que permitía un secado más lento de la pintura, correcciones en la ejecución de la misma y una excelente estabilidad y conservación del color. Fueron los pintores de Flandes los primeros en usar el óleo en forma habitual, y se atribuye erróneamente su invención al pintor Van Eyck.

El aceite que más se empleaba era el de lianza, pero no era el único, y cada artista tenía su propia fórmula que se solía guardar en secreto. Normalmente se utilizaba la esencia de trementina  con disolvente, para conseguir una pincelada más fluida o más empastada. Muchos siguieron los consejos y experiencias escritos en el Tratado del monje Teófilo, que ya se conoce y se menciona en el año 1100.

La preparación del soporte para recibir la pintura varía según la naturaleza del mismo. Normalmente se suelen aplicar una serie de capas de cola animal y yeso que consiguen que la superficie quede lisa, proceso al que se lo llama imprimación. Si bien en los primeros momentos la mayoría de los óleos eran sobre soporte de madera, a partir del siglo XVII, con el arte Barroco, los pintores eligieron como soporte favorito de sus pinturas el lienzo, siendo éste más práctico para la elaboración de grandes composiciones por su posibilidad de enrollarse, además de sufrir menos las variaciones térmicas y el ataque de los insectos xilófagos.





La pintura obtenida con la mezcla de aceites ofrecía muchas ventajas al pintor, entre otras el poder realizar sus trabajos lentamente (lo contrario que sucedía en la pintura al temple o al fresco), el poder retocar las obra, variar la composición, los coles, etc. Precisamente por estas cualidades fue la técnica preferida por artistas tales como Leonardo da Vinci, Tiziano o Velázquez, quienes valoraban una ejecución meditada y sujeta a correcciones continuas. Leonardo experimentó diversas variaciones de la técnica, como su aplicación sobre muros a modo de fresco, o la invención de barnices y texturas oleosas de diversa consistencia que se saldaron con rotundos fracasos, pero también llevó esta técnica a nuevas cimas, con la invención del sfumato, o graduación suave de la luz, conseguida a base de sucesivas capas de pintura muy ligera.

Van Eyck, como los demás pintores flamencos, utilizaba el óleo a modo de miniaturista, procurando captar los detalles, dando como resultado una pintura esmaltada, la escuela pictórica veneciana aportará como novedad las posibilidades de textura de las pinceladas, experiencias que recogerán tanto Rubens y Rembrandt, este último ensayó técnicas nuevas, como el raspado, siendo el método preferido de los artistas para pintar hasta el siglo XVIII. A partir del impresionismo, los pintores usan los colores prácticamente sin mezclar ni diluir, y sin boceto o diseño previo en muchas ocasiones. 

Óleo sobre un muro: Esta técnica ha sido minoritaria en la historia del arte, ya que otras técnicas como el fresco son mucho más estables y duraderas. Sin embargo, algunas obras, como La última cena de Leonardo da Vinci o las Pinturas Negras de Francisco de Goya emplearon esta técnica. 

Óleo sobre tabla: La tabla es un soporte rígido, al contrario que el lienzo y el mueble. Designa asimismo a la obra pictórica que soporta independientemente de su técnica (óleo o temple, en la mayoría de los casos). Esta técnica es conocida desde la Antigüedad. 




Fue en la Edad Media cuando se difundió la pintura sobre tabla  y alcanzo su máximo esplendor. En la época románica se pintaron diversas piezas de mobiliario, ejecutadas en madera, como baldaquinos o frontales. Así durante los siglos XIII y XIV en Italia  se pintaban los crucifijos. Otros objetos cotidianos decorados con pinturas fueron las arcas de esponsales, ejemplo de las cuales es La historia de Nastagio degli Onesti de Botticelli. 

Esta técnica fue utilizada preferentemente por los artistas de la pintura flamenca. Sin embargo, gran número de pinturas italianas de la primera época renacentista estaban pintadas sobre tablas. Se preparaba la tabla con una capa de carbonato de cal terroso blanco y cola animal. De esa manera la madera resultaba compacta a la espera de la pintura. Las pinturas al óleo sobre tabla suelen mostrar una superficie brillante y lisa, aunque dependiendo de la imprimación que se haya realizado.

Óleo sobre lienzo: Ha sido el soporte favorito desde el Renacimiento hasta nuestros días, por su facilidad para el transporte y almacenaje y óptima conservación. La tela evita las molestas y antiestéticas grietas que a menudo afloran en la madera debido a oscilaciones térmicas o de humedad, y permite la realización de pinturas de mayores dimensiones. Además, muchos artistas aprovechan la trama del tejido para crear efectos expresivos particulares. Las telas más utilizadas son el lino, la arpillera y el algodón.

Óleo sobre otros soportes: La utilización de otros soportes que la tabla o el lienzo fue muy minoritaria, ya que desde el Barroco se impuso la moda de los objetos lujosos y de apariencia extraña o novedosa, por lo que existen pinturas al óleo sobre piedras preciosas, metales, vidrio y marfil. Estos soportes presentan generalmente problemas de conservación, ya que la adherencia del óleo a estas superficies no porosa es menor. El metal más utilizado fue el cobre. Fue un soporte muy popular a partir defines del siglo XVIII en obras de pequeño tamaño. Las ventajas que ofrece son su estabilidad y durabilidad, y la superficie uniforme del metal, que permite un acabado liso y brillante. 






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